En marcha sobre Georgia. Sobre tomates.

      Acabo de volver de la cocina, donde mordisqueé un enorme y maduro tomate dulce y jugoso de Georgia, espolvoreándolo con sal. Estaba tan jugoso que tuve que comerlo justo sobre el fregadero. Y eso, amigos míos, fue maravilloso! 😍

      Antes de Georgia, en nuestra mesa solían estar tomates tan increíbles solo de la huerta de mamá o de los agricultores del mercado de Komarovskij. Y todo en una temporada bastante corta.

      En Tiflis, desde mayo hasta octubre, sigo mi camino habitual al mercado local y compro tomates sabrosos a precios muy razonables. Al principio de la temporada, cuesta unos 1,5 dólares por el “svarok” de Azerbaiyán, y en plena temporada, unos 0,75 dólares por una variedad de tomates georgianos diversos. Fuera de temporada, pago alrededor de 2 dólares por tomates turcos, que, por supuesto, no se comparan con los maduros de temporada, pero en comparación con el tomate promedio de Bielorrusia en noviembre y marzo, están bastante bien 👌🏻

      Es gracioso, pero los tomates en conserva en su propio jugo, que en Minsk usaba mucho en la cocina como un sustituto económico de los tomates frescos en varias salsas, aquí han perdido toda relevancia. Al convertir su peso y el exceso de líquido en precio, en realidad cuestan más que los tomates frescos, incluso con el precio invernal.

      Como habrán entendido, aquí disfruto de la abundancia de tomates. Y ya estoy afilando los esquís para comprar “nata” a 0,5 dólares, para reponer bien las reservas de mi marinada casera.

      Mientras hago una lista de compras y reviso las existencias de frascos y tapas para envasar, cuéntenme, ¿qué pasa con los tomates en sus tierras? 🤗